cap 6. REFLEXIONES

Hoy parezco una escritora tarada.
Acabo de regresar del supermercado de hacer la compra, algo que me estresa y me produce malestar habitualmente y me ha caído una de esas “lluvias ligeras” de por aquí. Las ligeras son aquellas en las que aún puedes ir en bici pero con los pantalones impermeables y el chubasquero puesto. He llegado a casa con el pelo revuelto, la cara chorreando y la mirada perdida. Y cuando me he plantado delante del espejo he pensado:
“Sabi, pareces una escritora loca”.
Como no esperaba que lloviese,  solo me he llevado el chubasquero. He  llenado la bici hasta los topes con la compra y he tenido que regresar  con  la lechuga y el queso holandés en la mano mientras pedaleaba.
Hoy no tengo anécdotas.
Puede que sea el cielo gris, o la lluvia, pero hoy es un día de reflexiones.
¿Por qué estoy aquí? ¿A qué hemos venido? Y no lo pregunto en el sentido existencial de los filósofos, sino en el plano lineal de la realidad.
En serio.
¿Por qué he decidido dar un giro radical a mi vida?, ¿Renunciar a mi trabajo? ¿Meter mi vida en diez maletas y decir adiós a familia, amigos, seguridad de lo conocido?....., ¿por qué?

Mi gente más allegada me decía: ¡¡hazlo ahora, es el momento, es la forma, ahora puedes…luego… olvídate. Te aferras. Te atas a más cosas cada vez. Te da pereza….Y mira como está el país….huye, escapa, vete!!
¿Y si os digo que ese no era el interés? ¿Y si os digo que me daba exactamente igual como estuviera el país ya que incluso con la economía boyante de los años pasados hubiera hecho lo mismo si se me hubiera plantado en la nariz?

Lo podría resumir en perseguir un sueño. 
Vivir un sueño.
Que tu sueño deje de ser sueño para hacerse realidad y…tener coraje para hacerlo.



Después de aprobar unas duras oposiciones en el campo de la docencia, de conseguir el  trabajo que ansiaba, de encontrar una cierta estabilidad económica, de tener dos coches, una casa a medio pagar con una hipoteca relativamente baja, dos hijos bien sanos y mi familia cerca, algo se cruza en mi mente.
Falta algo.
Necesito algo.
Quiero viajar, aprender, conocer  otras culturas, ver que hay fuera, pero no como turista,  como una más. Tengo ansia de mundo.
Algo que no he podido hacer nunca porque siempre he estado estudiando, bailando, trabajando, pariendo o…..teniendo miedo.
Sí, definitivamente es eso.
Creo que ya no tengo miedo. Decido que no quiero tener miedo. Que quiero perseguir mis sueños. Que quiero apostar por aquello en lo que creo. Qué soy capaz de hacerlo.
¡Qué puedo hacerlo!

Y lo hago. ¡Con un par! Me olvido de que tengo dos hijos que  “¡pobres!, que mal lo van a pasar (me dicen algunas lenguas viperinas)”, me olvido que tengo dos coches (¿y qué más da si he de venderlos? ¡Si solo son coches!), me olvido que son 1000 y pico kilómetros de distancia entre los que dejo aquí y yo,  me olvido de mi trabajo en el que soy alguien valorado, me olvido de que no se inglés, ni holandés y a veces casi ni español e intento no pensar que mis padres ya son mayores…. Y decido hacer algo que hemos ido olvidando según íbamos creciendo.
Soñar.
Soñar  y cumplir tus sueños.


Empiezo a meter mi vida en mis maletas, pero solo lo imprescindible. Solo aquello que voy a necesitar, porque lo demás no cabe. No hay sitio para las tonterías, para las cosas superfluas, para lo absurdo. Sólo cabe el ánimo de mi gente, la esperanza, la alegría, la pasión, “el buen rollo”…
El coraje, la fe, la energía, el “todo va a salir bien”, el diccionario de inglés-español, y algo de dinero que me han prestado, que creo que no me llega para empezar de cero, pero…. ¡me da igual!
Decido vender mi coche, regalar a los demás mi ropa, mis bolsos, mis pendientes y mi ánimo.
Decido quedar con los amigos que hace tiempo que no veo.
Decido reír a mandíbula batiente y llorar como un bebé.
Decido decirle a mi familia que la quiero y que no se preocupen que estaré bien.
Decido seguir a un tío llamado “marido” que dice que me ayudará a perseguir este  sueño juntos, algo difícil en los tiempos que corren, y… ¡¡le creo!!!



Y decido hacer todo esto porque he perdido el miedo.

Y decido ponerme a escribir.
E ir en busca de otro sueño que he acallado desde hace años.
Decido liberar mi alma para  estar sana y recibir todo lo bueno que los demás me quieran dar. Incluso las críticas. Decido enfrentarme también a ellas y ser valiente.
Y todo esto lo hago mientras trato de no meter más de 20 kilos en una maleta que lleva parte de mi vida antigua.

Y de repente todo surge….

2 comentarios:

  1. ¡Ole!
    El miedo me impidió a mí hacer lo que has hecho, sigo arrepentida pero con una caña con la que tiro cebos de vez en cuando a empresas extranjeras para irme y continuar soñando.
    Enhorabuena!

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  2. Creo que a estas alturas voy aprendiendo a encontrar la felicidad en lo simple.
    Casi siempre nos resulta díficil cambiar de idea, pero ¿sabes qué?, no me arrepiento nada de tener que modificar mis conocimientos acerca del mundo casi cada medio minuto. Es un auténtico placer;-. Bienvenida Hide!

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