cap 14. YES, WE CAN

Creo que tengo mucha suerte.
Si hago memoria de mi vida hasta el día de hoy quizá  no pueda o  deba, quejarme de nada. Tengo una familia estupenda, padres, hermanos, sobrinos, cuñadas…. ¡hasta mis  suegros son majos!… Amigos maravillosos que siguen contando conmigo aun cuando a mí se me olvida devolverles los “whataaps” o contestar a sus correos, dos hijos que sonríen a menudo y parecen felices, un marido con el que discuto con relativa frecuencia para que nuestra relación no se enfríe…..en fin….personas a mi alrededor que me hacen feliz y me dan motivos cada día para reír y para llorar.
En ningún momento he dejado de pensar que la suerte me ha abandonado, aunque leyendo mis hazañas alguien pueda creer lo contrario. Estas cosas siempre me han pasado, desde que tengo recuerdos. Puede que  el hecho de ser protagonista de situaciones bastantes surrealistas, absurdas o extrañas forme parte de mí.

Recuerdo una ocasión en la que había quedado con mis amigas para pasar la tarde en una zona de copas típica de Madrid. Nos reunimos allí porque en el sitio en cuestión se iba a hacer un homenaje a los Beatles y  se trataba de estar escuchando todo el tiempo canciones del grupo. También recuerdo que cuando llegamos, la música ya estaba sonando, pero yo no veía ni escuchaba nada más allá de los ojos de un bellezón llamado Luis. Así que, me pasé la tarde intentando llamar su atención (creo que sin lograrlo demasiado) e intentando no perder la sonrisa. Cuando estábamos a punto de marcharnos, caí en la cuenta de que habíamos ido allí porque sonaban  los Beatles y yo aún no había escuchado nada. Muy dispuesta a aclarar la situación, dije en voz  alta a todo el grupo: “Oye chicos, ¿cuando ponen los Beatles?”. Todas las cabezas se volvieron hacia mí con gesto de incredulidad, algo que yo no capté, y pensando que no me habían oído bien, repetí: ¿Qué cuando ponen a los Beeeeeeeeaaaaatles?????.  Del estupor pasaron al cachondeo.  Evidentemente la carcajada fue generalizada, y mí aún me costó un rato entender que los Beatles llevaban sonando toda la tarde.  ¡¡¡¡Yo no había escuchado nada!!!! ¡¡¡¡¡Os lo juro!!!!!, ni “El submarino amarillo”, ni el ”All you need is love”, ni ninguna otra. ¡¡¡¡Estuve absorta observando a Luis!!!!...y me abstraje completamente de todo lo que había a mí alrededor. Por suerte, Luis ya había abandonado el local  bastante antes de mi afortunado comentario.
A día de hoy, cuando no me entero de algo, cosa que me pasa algunas veces, oigo la frase de mis amigas que me dicen: “Sabi cariño, tú no te preocupes que ahora suenan los Beatles……”.
En otra ocasión, tuve un leve incidente que me obligó a acudir a urgencias un domingo por la tarde. Me había dado la “neura” de retomar el patinaje. Recordaba con cariño mis tardes patinando en el suelo cementado de mi barrio de Madrid. Ni corta ni perezosa me compré unos patines último modelo abec-7, que según me dijeron en la tienda eran de los más rápidos. He de reconocer que no se me daba nada mal. Como ya os he comentado otras veces, el deporte es uno de mis puntos fuertes  y en dos o tres sesiones de 3 o 4 horas por la tarde ya me había soltado bastante mientras Marco, a mi lado, intentaba empezar a rodar. Hasta ese momento solo practicaba en una pista pública de patinaje, un recinto circular, bien asfaltado, y bastante amplio, sin desniveles ni obstáculos, más que algún balón de fútbol o algún que otro niño patinando.  Pude dominar enseguida el rodaje, los giros, e incluso intentaba realizar algunos dibujos sencillos. Lo que no conseguía dominar era la frenada.
En ese punto me encontraba cuando fuimos a comer a casa de mi tía y charlamos acerca de mi nueva afición.  Yo llevaba mi mochila  cargada a la espalda con los patines y cierta dosis de arrogancia. Y decidí mostrarle a mi tía lo bien que se me daba mi recién retomado hobby.
-          “Mira tía, ya verás  que bien lo hago. “
-          “Sabi, déjalo, tampoco te preocupes. Si te creo……”
-          “Ya, ya, pero es que no se me da nada mal…..y yo que pensé que no me iba a acordar después de tantos años….”
-          “Bueeeeeno, vaaaaaale nena, póntelos…”
Dudé media fracción de segundo y a continuación me los puse en un pis pas. Marco me animaba diciéndole a mi tía que mientras yo conseguía dar diez vueltas en la pista, él solo era capaz de luchar contra la gravedad y no caerse. Julia, mi tía, escuchaba con paciencia y cierto gesto que evidenciaba preocupación.
Salí a la calle asfaltada. Poco transitada por coches, pero con vehículos aparcados a ambos lados. Rodé dos o  tres veces en un tramo recto para tomar seguridad y sentí como el gránulo del alquitrán me hacía rechinar los dientes. Como casi siempre mi yo interior me advirtió de determinados peligros, pero decidí no escucharle. Supongo que en esta ocasión el ángel bueno perdió su batalla frente al demonio rojo. Y mientras ambos seguían discutiendo como si estuvieran actuando en una sesión de dibujos animados, yo me iba alejando cada vez más de la zona segura en la que me encontraba, con objetos a los que agarrarme si tomaba demasiada velocidad, dada mi falta de habilidad para frenar.
De repente me percaté de la lejanía que había entre Marco, mi tía y yo. Frené agarrándome a un coche y les saludé con la mano.
-          “Saaaaaaabiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, ¿adónde vassssssssssss???????- me dijeron.
-          Ahoraaaaaaaaaaaaaaaaaa vueeeeeelvooooooooooooooooooooooo……….Miradmeeeeeeeeeeeeeeeeeee…”

Continué bajando a toda velocidad intentando no amedrentarme por el hecho de estar en una carretera. Como iba mirando al suelo no me di cuenta de lo que se aproximaba hasta que levanté la cabeza. Y entonces empecé a tomar conciencia:
“Sabi, Sabi, ay Dios, ay Dios, Sabi, para, para…. ¡¡¡¡para ya, joder!!!!!!.....Un coche. Derecha Sabi, a la derecha, joder, joder, joder………….No te agarres a nada, no te agarres, no te agarres, que te la  pegas, ni un milímetro Sabi.  No te desvíes ni un milímetro……”
Tengo serias dudas si al pasar al lado del coche cerré los ojos mientras mi velocidad seguía aumentando gracias a la pequeña cuesta abajo por la que rodaba. Respiré aliviada cuando me di cuenta de que había superado el trance sin  que ocurriera ninguna desgracia.
Aquella calle desembocaba en un gran cruce, con incorporaciones a derecha e izquierda. Y yo circulaba sin control alguno, muerta de miedo y con el corazón acelerado.
“Piensa  Sabi, rápido…………. No hay coches en los dejarte caer para frenar, no hay forma de bajar de velocidad…..solo hay……un contenedor de basura. A por él, decidido.”
Mi ángel y mi demonio debieron acabar la discusión porque noté como mis sentidos se agudizaban y un extraño silencio recorría mi mente.
“Ya llegas, Sabi, ya llegas…….déjate caer…….no voy a poder…….. NO PUEDOOOOOOOOOO, DEMASIADO GRANDE PARA AGARRARMEEEEEEE!!!!!!!!!!!”

Resumiendo: acabé  pasando de largo el contenedor y sin más opción que acabar en el cruce con la carretera decidí, en cuestión de segundos, abrazarme a la primera farola que encontré. Mis brazos rodearon fuerte el cilindro mientras mis piernas seguían funcionando solas y las ruedas de los patines sonaban en el aire rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr………Noté como me  deslizaba farola abajo como una burda stripper hasta que acabé sentada de culo en el suelo, completamente espatarrada.
De pronto todo paró a mí alrededor. Silencio.
Y mis latidos del corazón.
Pum-pum.
Pum-pum.
Pum-pum.
Bueno…..y un terrible dolor en el pecho. A la altura del esternón.
“Has parado Sabi, ya está, has parado. Tranquila. Cálmate. Ahora debes volver.”
Me recompuse como buenamente pude, y cuando emprendí la marcha apenas podía sujetarme en pie por el temblor de piernas. A lo lejos vi la figura de Marco que bajaba la calle corriendo en mi busca.
-          “¡¡¡E…..E….Y……Y!!!”- grité casi sin fuerzas.
Cuando llegó a mi altura sofocado por la carrera y preguntó que tal me había ido, respondí:
-          “Sin comentarios.  ¡Menudo chute de adrenalina!”
Acudí a urgencias al día siguiente y soporté estoicamente las risas sofocadas del médico que me atendió y que me pedía una y otra vez que le contase exactamente como había sucedido el incidente, que velocidad llevaba, si me vio alguien, si iba sola, como caí,  como me  agarré a la farola…..preguntas no del todo con fines médicos como veréis. Me recetó ibuprofeno para el dolor y salió de la consulta tras de mí con la excusa de buscar a sus colegas. Me pareció oír risotadas a mi espalda justo cuando salía por la puerta.
Pasó un tiempo hasta que volví a ponerme unos patines. Esta vez con cuchillas en lugar de ruedas y con un lago helado bajo el fondo de la pista.  
Con el  frío del invierno empezaron a helarse los canales en Holanda como es habitual. Y una de las actividades por excelencia era salir a patinar en familia a surcarlos. Esa tarde, a la salida del colegio,  nos acercamos a uno de los canales a patinar. Clara, Josh y yo.

Cuando metí el pie en el patín un recuerdo doloroso cruzó mi mente. “Vamos Sabi, no seas ñoña. Aquí no hay desniveles ni farolas”.
La zona estaba llena de gente conocida. Vi a algunas madres del colegio, pero con las que afortunadamente  no tenía  mucha relación. Suspiré aliviada. No me apetecía nada enfrentarme a mi primera sesión de patinaje después del golpe y  teniendo que hacer el esfuerzo de charlotear en inglés.
-          “Mamá, me da miedo- dijo Clara.
-          ¿Miedo? ¿Y por qué tendría que darte miedo, Clara?- mentirosa, falsa, me dije- Mira como patina el resto de la gente. Hay una capa firme de hielo, Clara, hace mucho frío, no se va a romper, tranquila.
-          Si no es por eso, mamá, es…..porque…… ¿Y si me pasa como a ti en casa de la tía? Yo tampoco se frenar…”
Cría cuervos  Sabi…
-          “Clara, aquí no hay farolas, graciosilla. Ponte los patines y calla.
-          Pero mamá……..
-          CLARA, PONTE LOS PATINES, te he dicho que no te vas a chocar con nadie. Ni tú, ni Josh, ni yo.
-          No, si no es eso. Solo es para decirte que ahí está el padre de Emily……
-          ¿Qué?.... ¿Dónde?... ¿Quién?
-          El padre de Emily  mamá….
-          Cla…….
-          Mira Josh, está Emily allí…..
-          Clara……. no……
-          ¿Dónde?- dijo Josh
-          Clara……Josh………esperad……..- dije intentando pararles
-          Allí Josh…… ¡salúdale!
-          Chicos, dejadles, si  no hace falta…….
-          EEEEEEHHHHHHHHHHHHHHHH………………………..EMILYYYYYYYYYYYYYYYYY………….”
Atendiendo al grito, Emily y su padre giraron la cabeza. Levantaron la mano y Emily empezó a patinar avanzando hacia nosotros.  Su padre iba detrás  patinando con gracia.
Yo aún andaba terminando de ponerme los patines y maldiciendo internamente las lecciones de civismo inculcadas a mis hijos. Mi plan para aquella tarde no era precisamente tomar “clases” de inglés forzadas, sino más bien pegarme una buena sudada patinando, para volver a casa exhausta y orgullosa de mí misma por haber retomado mi afición. Pero al parecer, el destino eligió como de costumbre, aquello que era  mejor para mí.
Frank, el padre de Emily, era bastante conocido en la escuela. Un tipo simpático, ocurrente, chistoso tirando a showman e….inglés de pura cepa como diríamos aquí.   Nos conocimos cuando Emily invitó a Josh a su cumpleaños, en una mega fiesta para princesas en la que Josh no se sentía demasiado involucrado. A Frank le gustaba mucho contar chistes y gastar bromas. Normalmente me suele caer muy bien la gente así… cuando la entiendo, claro. Pero a aquel no había forma de entenderle. Y él se empeñaba en saludarme y charlar conmigo cada vez que me veía, en un afán de hacerme partícipe de la comunidad escolar.  Imaginé la tarde que me esperaba, intentando pillar chistes en inglés mientras trataba de no chocar contra nada ni nadie patinando y….se me revolvieron las tripas. ¡Qué pereza de inmersión lingüística me recorría la médula algunas veces!

-          “Hey, helloooooooooo Sabina!!!!!!!!How are you????
-          Hi, Frank, how are you? Hi, Emily, are you ok?- dije
-          Fine, thanks -respondió la niña.
-          Ohhh, so sweet, she is so sweet- vaya idiotez Sabi, ¿por qué has dicho esto?.
-          Oh, yes- dudó Frank- Are you skating???
-          O-o-o-h……yes…I…go…..- ¿cómo se dice iba a empezar?- now, I start, starting now, I start skating now. Now.
-          Good. Come on. We can do it together.
-          Oh, good fantastic idea!- sí ,fantástica, maravillosa idea, menudo planazo ¡no te digo…..!

We can do it together, we can do it together…Frank salió patinando, se supone que yo saldría tras él pero en lugar de eso sentí crujir el hielo bajo mis pies y me quedé paralizada de miedo. Me moví un poco más y  el hielo volvió a crujir de nuevo. ¿Cómo saber  si esto era peligroso? Frank estaba dibujando  elipses en el hielo con sus patines. “Sabina come here, it is really funny!!!!!!” “Y-e-s..of course”… Aquello tocaba  a su fin y parecía que no podía seguir dudando más. No quedaba más remedio que tomar una decisión.
¡¡¡¡A la mierda Sabi, lo que tenga que ser, será,¡¡¡¡¡ adelante!!!!!”.
-          “Chicos, vamos allá. ¡¡¡¡¡A patinar!!!!……
-          ¡¡¡¡¡¡Mamiiiiiiii-dijo Clara. Josh  nos observaba  con gesto de preocupación, pero permanecía en silencio, a la espera de mi respuesta.
-          Vamos Clara, adelante, mira como lo hago yo.”
Crrrjjjjjjjjjjjj sonaba el hielo bajo mis pies.
-          “Pero mamiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
-          Clara mírame…..”-
“Sabi, una vez más, debes hacerlo, ¡tienes que hacerlo!. Por tus hijos……”.
Y sin esperar más empecé a trazar líneas en la capa de hielo que cubría el lago de Sportpark. Llegué hasta la mitad del lago y volví hacia ellos patinando con una enorme sonrisa en los labios.
-          “¿Lo ves, amor?, tan fácil como creer que puedes…..”
Los dos se lanzaron algo temerosos a la improvisada pista de hielo y a los cinco minutos olvidaron que llevaban patines, que el hielo crujía y que estaban hablando en inglés con Emilly casi al mismo tiempo que en español entre ellos.
-          “Hey, how is your sport????? I think you are a nice skater. Wow, fantastic skater!
-          Thanks a lot Frank, thanks a lot.”
Acabé la tarde satisfecha conmigo misma.  Conseguí patinar al lado de Frank sin caerme y sin hacer payasadas mientras mantenía una pequeña conversación con él acerca del clima español y sus bondades.
Esa noche, antes de dormir, me encontré tarareando una canción de los Beatles sin saber por qué y una sonrisa asomó a mis labios. Una sonrisa cargada de humildad y agradecimiento a mi misma.
Otra prueba superada Sabi.
Otra más.

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